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FUNKY SQUAREDANCE – Phoenix


Del álbum United (Source, 2000)

Tarde o temprano, en ¿Qué tiene esta música? teníamos que dedicarle un post a Phoenix. Y es que este grupo francés despierta especial simpatía en el creador de este blog y en sus dos humildes colaboradores, entre los que me incluyo. De hecho, compartí con Mash uno de los mejores conciertos a los que recuerdo haber ido: una velada con Phoenix en la Sala Bikini de Barcelona, de la que salí con una camiseta y con esta cara (bueno, la cara no se ve pero se intuye: purita felicidad). Era el año 2006 y estaban presentando en directo su tercer álbum, It’s never been like that, el que les dio mayor popularidad, sobre todo en Estados Unidos. No obstante, aquél suponía un cambio de registro en su carrera, un disco directo, guitarrero y muy rítmico, lleno de estupendas canciones que recordaban al estilo de los primeros The Strokes. Escribieron y grabaron los temas de forma muy inmediata, como si fueran un grupo de garage rock. Parece que fue una suerte de depuración tras un segundo álbum (Alphabetical) con mucha labor de producción, que les trajo muchos quebraderos de cabeza y con el que, al menos por entonces, no andaban muy contentos.

Pero antes de todo eso Phoenix ya habían pasmado a algunos de sus futuros fans –como yo mismo– con el sorprendente United, su LP de debut. Aquello fue en el año 2000, y se podría decir que eran otros tiempos. Yo por entonces, aunque esté feo decirlo, descubría las maravillas del Napster, gracias al cual amplié bastante mis gustos musicales. Así que ahí andaba, buscando referencias para descargar como un poseso. A Phoenix los descubrí gracias al suplemento Tentaciones de El País, cuando todavía no daba vergüenza ajena y cuando, digamos, no todo el periodismo impreso daba vergüenza ajena. Se hablaba de ellos en un reportaje sobre la hornada de bandas francesas que surgían por entonces, nombres como Air, Daft Punk, Tahiti 80, Cassius… Una buena generación, sí señor. Recuerdo que Phoenix ya sonaban en la tele como parte de un anuncio de Amena (que, cosas de las siempre sospechosas operadoras de móvil, ha vuelto a la vida ahora); era uno de los singles de ese disco, la fantástica If I ever feel better.

United era un álbum difícil de clasificar: tenía temas que, según decían, se enmarcaban en un estilo de los 70 llamado AOR (una cosa tan macarra que casi nadie había reivindicado hasta entonces), y tenía toques discopunk rock, soul y, desde luego, pop –que amalgamaba el conjunto. Un debut que podía considerarse irregular y hasta fallido en ciertos temas; pero es que además solo tenía 10 canciones, y tres de ellas apenas alcanzaban los 2 minutos de duración. Viéndolo con distancia, me parece una muestra de falta de pretensiones y de absoluta libertad creativa, lo que me lleva a la canción que quería comentar de este disco. Es el corte 9, y sorprendentemente fue elegido como tercer single del mismo. Se llama Funky Squaredance, dura casi 10 minutos y está nítidamente dividido en 3 partes: una primera de corte country aunque cantada con vocoder (!); una segunda (02:54) de electro-funk muy bailable; y una tercera parte (05:28) en la línea del heavy metal de los 80, con solazo de guitarra incluido. En ese último tramo hay un momento más íntimo, de estilo disco-soul, que luego vuelve a conectar con el estribillo, añadiendo carácter épico a base de coros y hasta campanas finales. Sí, todo lo descrito convive en una sola canción, ¡y además mola!

Pero, siendo honesto, lo que me hizo pensar en que esta canción merecía un comentario es el videoclip que descubrí hace solo unas semanas. En realidad, no es necesario que dé mucha información previa a su visionado, porque el propio vídeo cuenta la historia de su gestación, pero por resumir: en el año siguiente al lanzamiento de United, los chicos de Phoenix escribieron un e-mail a Roman Coppola, realizador de videoclips e hijo del maestro Francis Ford. Con todo el descaro que mostraban en Funky Squaredance, le pedían que les hiciera un vídeo de ese tema sin cobrar un chavo y con un presupuesto ínfimo. Roman accedió con una propuesta “tal vez demasiado loca” (en sus propias palabras), pero que encantó a la banda parisina.

Lo bonito del videoclip es que relata cómo Roman conoció al grupo a través de su hermana Sofia, quien a su vez había conocido a su cantante, Thomas Mars, grabando un tema para la banda sonora de su primer film, Las vírgenes suicidas –firmada, por cierto, por otros franceses de aquella hornada: Air. Para el siguiente, Lost in translation, la Coppola incluiría uno de los mejores cortes de United, la maravillosa Too young.  Y aquí viene la nota de periodismo rosa que puede parecer innecesaria, y es que Sofia y Thomas se casarían años después y tendrían dos hijas (una de ellas llamada Romy, en honor a Roman). Un cotilleo que para mí tiene sentido en el contexto del videoclip que nos ocupa, ya que éste tiene mucho componente (auto)biográfico.

Roman relata en unas pocas líneas e imágenes quién es él y explica cómo decidió que el vídeo sería un flujo de aquellas imágenes que le vinieran a la cabeza, y también las que aportaran los miembros del grupo. Hablándolo con su hermana Sofia, ella le sugirió que incluyese una toma que Roman había grabado a su novia bailando… un momento alucinante. Luego aparecen imágenes de la propia Sofia y se menciona a los Coppola, haciendo énfasis en la madre de familia, una artista conceptual de cuya obra también se nutre el videoclip.

Pero bueno, todo esto está narrado en el vídeo. Lo que me fascina es esa mezcla de ideas personales, bizarras, entrañables y llenas de humor; la libertad creativa y el desenfado del conjunto, cuestiones que entroncan perfectamente con aquello que ya me sugería la canción. Así que ahí van, el videoclip y algunas de las cosas que pasaban entonces por la cabeza de los integrantes de Phoenix y por la de Roman Coppola (¡incluido su restaurante favorito de Los Angeles!). Espero que lo disfrutes tanto como yo.

el fuego fatuo

19 enero 2013 at 10:41 am 5 comentarios

(DON’T WORRY) IF THERE’S A HELL BELOW, WE’RE ALL GOING TO GO – Curtis Mayfield


Del álbum Curtis (Curtom Records, 1970)

Hace unas semanas tuve conocimiento de un curioso proyecto –más que un grupo– llamado Fundación Robo. Se trata de un colectivo abierto que pretende implicar a músicos e intérpretes diversos (entre los más conocidos: Nacho Vegas,  Albert Pla, Fernando Alfaro y gente de Tachenko o Grupo de Expertos Solynieve). Según ellos mismos se definen: “Espoleados por la reciente agitación política, la plataforma Robo intenta crear un espacio para escribir otro tipo de letras, esas que consisten en abrir la ventana y echar un vistazo a lo que ocurre fuera”. Es decir, una especie de retorno a la canción de denuncia y protesta, surgido al calor de nuevos movimientos sociales como el 15-M.

Parece, pues, que de nuevo se hace necesario que los artistas se comprometan con su tiempo y que colaboren en esa complicada tarea de hacer despertar nuestras conciencias. Ahora que todo parece estar conquistado en materia social, el arte nos muestra que siguen existiendo diferencias de clase y desequilibrios. Y aunque los conflictos raciales tal vez no sean tantos como en el pasado siglo (y tengamos a Obama como “jefe de todo esto”), ahí siguen: grandes obras televisivas –y artísticas, sin duda– como ‘Treme’ o ‘The Wire’ así lo están denunciando.

¿Dónde arranca la lucha contra la discriminación racial? Seguramente tuvo su importancia el gesto de Rosa Parks, en 1955, al negarse a ceder el asiento a un hombre blanco en un autobús del sur de los Estados Unidos, lo que motivó que se pusiera fin a la segregación en el transporte público. La actividad del Movimiento por los Derechos Civiles en Norteamérica continuó durante la convulsa década de 1960, en la que serían asesinados Malcolm X y Martin Luther King.

En los primeros años 70, por tanto, la vida de la población afroamericana no debía de ser nada fácil. De ahí el valor que adquiere en nuestros días ‘Curtis’ (1970), primer disco en solitario del compositor, cantante y multi-instrumentista Curtis Mayfield, lanzado como un tremendo alegato contra la discriminación racial. El single ‘(Don’t worry) If there’s a Hell below, we’re all going to go’, primer corte del álbum, muestra ya la valentía de este trabajo, que suponía una contundente advertencia sobre la tensión que estaban alcanzando en aquel país las relaciones entre gente de distintas razas.

La canción se abre con una intro en la que una voz femenina recomienda la lectura del ‘Libro de las Revelaciones’ de la Biblia (también conocido como ‘Apocalipsis’), como única forma de “cambiar de rumbo y enderezarlo”. A continuación, emerge la voz del propio Curtis como amplificada por un altavoz con eco, lanzando apelativos despectivos a los diferentes grupos étnicos («Sisters! Niggers! Whities! Jews! Crackers!») y el mensaje que da título al tema (“No os preocupéis, si existe un infierno ahí abajo, ¡vamos a ir todos!”), seguido de una especie de grito de guerra que anuncia el comienzo de la canción propiamente dicha. El comienzo del combate contra los prejuicios y de la crítica al sistema que los alimenta.

La denuncia que expresa la letra no deja que nadie salga indemne en su responsabilidad con la sociedad, desde los propios grupos étnicos, sus representantes y las fuerzas del Estado (“Sisters, Brothers and the Whities / Blacks and the Crackers / Police and their backers / They’re all political liars”), pasando por el sistema judicial (“Hurry, people running from their worries / While the judge and his juries / Dictate the law that’s partly flawed”) hasta llegar al propio presidente Nixon (“And Nixon talking about ‘Don’t worry’”), quien por cierto estaba a punto de verse salpicado por el caso Watergate.

Anterior a dos grandes obras como el ‘What’s going on’ (1971) de Marvin Gaye y el ‘Innervisions’ (1973) de Stevie Wonder, ‘Curtis’ anticipaba una profunda reflexión sobre el clima social de injusticia, sufrimiento y odio en el que parecían sumidos los Estados Unidos. En las letras de canciones como ‘The other side of town’, ‘We the people who are darker tan blue’ o ‘Miss Black America’, hay quien incluso ha visto un modelo para la vertiente social del rap (aunque tal vez tuviera más influencia la canción-poema de Gil Scott-Heron ‘The revolution will not be televised’, publicada justo un año después). Sí parece clara la “huella” –nunca mejor dicho– que el anterior grupo de Mayfield, The Impressions, dejó en Bob Marley & The Wailers, quienes llegaron a versionar algunas de sus canciones y hasta copiaron su look, adoptando el discurso combativo y crítico en sus canciones de los años 70.

De hecho, para acabar de entender lo que supuso ‘Curtis’ en la carrera de Mayfield, conviene que conozcamos su etapa anterior, en la década de los 60, cuando aún formaba parte de The Impressions. Este grupo de doo-wop, soul y R&B se codeó en aquellos años con formaciones míticas de la Motown como The Temptations, The Miracles y The Four Tops, aunque su sonido no era tan pop sino más cercano a la tradición musical sureña, representada por sellos como Stax o Atlantic. Tal vez el motivo resida en que Mayfield conoció a uno de los integrantes posteriores de The Impressions en el coro de la Iglesia de Chicago, y más tarde militó junto a él en varios grupos de gospel locales. Ya con The Impressions, Curtis se consolidó como compositor y alcanzó gran éxito en las listas gracias a un buen puñado de singles.

Poco a poco iría introduciendo temas sociales en sus textos, hasta el punto de que canciones como ‘Keep on pushing’ (1964), ‘People get ready’ (1965) o ‘We’re a winner’ (1968) sirvieron de inspiración al Movimiento de los Derechos Civiles y fueron enarbolados como auténticos himnos por Martin Luther King y el Black Power. Mayfield lograba así colocar la defensa de los derechos de la población afroamericana como tema de algunas de las canciones más populares de la década. Y aun así, sentía que no era del todo fiel a sus ideas: necesitaba expandir su talento y su discurso, necesitaba independizarse. Por eso decidió crear, junto con su manager Eddie Thomas, un nuevo sello (Curtom Records) que acogería sus propios proyectos a partir de entonces y bajo el que lanzaría su debut en solitario.

Esto explica que, pese a tener por entonces sólo 28 años, ‘Curtis’ muestre tal madurez y riqueza, no sólo en los textos sino también en lo musical. En este sentido, ‘(Don’t worry)…’ es el perfecto ejemplo de la evolución de Mayfield como compositor: su rabia y su urgencia creativa confluyen en una canción funk con toques psicodélicos, que se alarga hasta casi los 8 minutos. Destaca la exuberante instrumentación, desde el bajo distorsionado que la abre hasta las omnipresentes congas, pasando por la guitarra ‘wah-wah’ o las secciones de vientos y cuerdas. Precisamente los arreglos de estas últimas, junto con el protagonismo de las percusiones, llevan esta canción a un estilo cercano al ‘sonido Filadelfia’ que Isaac Hayes originaría un año después en ‘Shaft’, considerado como precursor de la música disco.

En efecto, pese a su carga de denuncia, en esencia no deja de resultar música “de baile”, con elementos que se van superponiendo de forma aditiva y creando una suerte de trance, al que también contribuye la prolongada duración del corte. Recuerda bastante, en ese sentido, al single tal vez más popular de este álbum, ‘Move on up’, del que se diría que este ‘(Don’t worry)…’ constituye su “reverso tenebroso”. En ambos la estructura se basa en la música negra tradicional, puesto que no hay alternancia de estrofas y estribillo, sino una base continua en la que partes vocales e instrumentales se van sucediendo como en un diálogo.

Sin más, os dejo con el bajo distorsionado y ese ambiente apocalíptico que también estos días parece adueñarse de nuestras calles, aquí en la Europa del euro, el déficit y los rescates bancarios. ¿Quién nos advierte del riesgo que corremos al olvidarnos de las personas? Hacen falta muchos Curtis que comiencen a predicar el evangelio del despertar social.

el fuego fatuo

2 marzo 2012 at 10:10 am 4 comentarios

THRILLER – Michael Jackson


Sencillo del álbum Thriller (Epic Records, 1982). Videoclip dirigido por John Landis (1983).

Pues parece que este año será recordado por algunas despedidas importantes, como la del «rey del pop». Y no por menos inesperada ha sido trago fácil para sus admiradorxs, a tenor de lo que dicen los informativos. Yo particularmente soy de los que considera que hace demasiado tiempo que perdió sus, en su día, sobresalientes cualidades y que el escaso interés que despertaba era pasto de magazine de tarde y programas basura por el estilo.

En cualquier caso, Michael Jackson fue grande en otros tiempos, y por ese motivo lo convoco a esta cita. Y lo hago con un vídeoclip-cortometraje que fue realmente mítico, así como el propio disco homónimo que incluía «Thriller», el álbum más vendido de la historia con la friolera de 109 millones de copias, que no es moco de pavo. Como siempre, pongo esta canción por cuestiones personales y, claro, porque me gusta, aunque daré algunos detalles, como siempre hago, sobre qué pudo suceder para que fuese tan popular en su momento.

Recordaba ayer con Mash las apariciones del videoclip en España. Recuerdo que yo lo vi por primera vez en navidades, y lo emitieron en el programa especial de fin de año, presentado por los populares «Martes y trece». Recuerdo también el miedo que provocaba aquel videoclip tan largo y terrorífico. Yo no veía todavía pelis de terror (era muy pequeño), pero aquello me dejaban verlo. Y, ademas, no podías evitar verlo. Tenía todo el morbo del cine de terror, condensado en poco más de 10 minutos y dulcificado con las conocidas coreografías. Primer tanto para Michael, el tema funciona y ¡de qué manera!

Visto tras el paso del tiempo, este videoclip, considerado por algunos el mejor de la historia y que redefinió el género, se puede seguir viendo con agrado, aunque es difícil que la generación de la saga de «Saw» sienta las mismas emociones que vivimos los infantes de aquella época con algo tan light. En él podemos disfrutar de una de las mayores cualidades de Michael: el baile. Sin embargo, el tema musical en sí pierde fuelle dentro de la historia. La música incidental de la «película dentro de la película» no tiene ninguna relación con la canción en sí y los cortes que se producen y reapariciones del tema resultan de poca intensidad en comparación con los climax visuales y de guión que se generan. Destacaré en especial el momento en que los zombies rodean a la pareja, con música incidental al uso, su silencio típico y cómo retoma la base de «Thriller» de forma muy débil. Es curioso como la realización visual y dramática es fantástica, pero musicalmente hay una enorme pérdida de interés, que supongo mitigaría la cuestión dance. No hay otra letra, ni vamos al estribillo, ni siquiera tenemos nuevas aportaciones instrumentales que le den intensidad al momento. Tan sólo la parodiada coreografía.

Dejemos atrás las debilidades de la cinta para centrarnos en la otra gran virtud de Michael Jackson, su calidad y registro vocal. El muchacho tenía una dulce pero firme voz con sus hermanitos en The Jackson Five. Creció y con él su laringe, pero quiso Polimnia que mantuviese la tesitura infantil y ampliase algo el registro por la zona grave (no demasiado, pese a las cuatro octavas que su profesor de canto aseguraba que tenía en los 80). Así, el muchacho llegaba a notas estratosféricas con total facilidad. Como suele suceder con las personas que tienen fantásticas voces de forma natural, el Peter Pan del pop fue perdiendo su prodigiosa voz con el tiempo, y últimamente no estaba en su mejor momento. En todo caso, en Thriller brilla con su estilo entrecortado, rítmico y muy personal de cantar. El acompañamiento es muy sencillo, con un bajo sintetizado que se repite una y otra vez, junto al ritmo «disco» secuenciado. Y poco más.

A mi juicio, la música de Jackson se queda demasiado limitada por la necesidad de satisfacer a todo tipo de públicos, perdiendo así potencia. El estilo queda enmarcado por la voz y los bailes, cosa que hace a la perfección. El disco en sí acumula géneros tratando de abarcar los gustos principales del mainstream. Es un sacrificio musical que permitió a su compañía y al propio músico ganar mucho, mucho dinero.

Nota bene: El videotube que aquí muestro tiene subtitulado en castellano. Su calidad es deficiente pero nos permite seguir la historia mejor. Está recortado en determinadas partes. Si queréis escucharlo entero sin subtítulos podéis hacerlo aquí.

[Youtube = http://www.youtube.com/watch?v=lDjvOR3jzoQ%5D

28 junio 2009 at 11:35 am 5 comentarios


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