Archive for May, 2011
RABO DE NUBE – Silvio Rodríguez
Del álbum Rabo de nube (EGREM, 1980)
El vinilo de este álbum, creo recordar que propiedad de mi hermano Jordi (con lo indipop que se volvió luego el muchacho) tenía algo diferente. Mi memoria es patética, y no pondría en pie qué era eso que me llamaba tanto la atención. La portada consiste en un mosaico que representa un «rabo de nube», es decir, un tornado, en un estilo naif. No eran esas las portadas que nos llamaban la atención a finales de los 80, cuando escuchábamos aquel disco, e incluso creo recordar en el cartón un tacto diferente, como más grueso. No era el embalaje exterior, por tanto, lo que me atraía del LP. Entenderéis que se tratan de simples recuerdos sensibles, nada más. Nada «real». Sin embargo, hacen que para mi sea un disco diferente dentro de la carrera del cantautor.
Tampoco la canción protesta se encuentra entre mis géneros favoritos, ni por entonces. Las proclamas comunistas que en sus discos enarbola son bonitas a veces, pero otras bastante «viejunas», aunque en aquellos 80 españoles supongo que sonarían a gloria. Pero luego tiene estas otras canciones cargadas de una esperanza más clásica, más duradera. La presento aquí como un segundo homenaje a los indignados e indignadas de España que esperamos la llegada de ese «rabo de nube» que sea «un barredor de tristeza, un aguacero en venganza que, cuando escampe, parezca nuestra esperanza».
La letra es, sin duda, uno de los fuertes de esta canción. Como la buena poesía, es sencilla y está cargada de símbolos que podemos hacer nuestros. Porque todos queremos una vida mejor, que aparezca un tornado, se lleve lo feo y nos deje el «querube». Es evidente la solución que Silvio Rodríguez plantea, amigo personal de Fidel Castro. Hoy día, en que las soluciones comunistas parecen agotadas, gran parte de su producción ha perdido frescura. Excepto un buen puñado de canciones, como ésta, en las que no se centra tanto en la problemática hispanoamericana y en las revoluciones que entonces tuvieron lugar. En ellas, simplemente, nos ofrece la posibilidad de soñar.
El texto es puesto en música con el estilo propio del autor. Una melodía que se nutre del folk americano que habían inaugurado Pete Seeger y, más tarde, Joan Baez o Bob Dylan. Aunque es posible encontrar en su trabajo rastros de la música de su país, no es precisamente lo que llamamos «música cubana», es decir, el son, la salsa, el bolero, etc. Y esta canción es una muestra de lo lejos que se encuentra, a menudo, de esos géneros populares. El uso del arpa como único instrumento acompañante es prueba de ello.
De hecho, es algo que agradezco sobremanera. Este disco adolece de una producción bastante kistch por el uso de los sintetizadores moog y solina, del ya en decadencia hammond, y hasta de un «clavicembalo» que no sé si lo era de verdad o no, pero cuyo sonido barroco contrasta con el de la síntesis analógica de los anteriores. A esto añadimos la sempiterna guitarra del cubano y percusiones que no suelen estar bien integradas en el conjunto, que suenan bastante a mentira. Un disco que lleva mucho tiempo pidiendo un remake bien orquestado.
No es el caso de esta canción, que da título al álbum y que, como ya comenté, tan solo hace uso de un arpa. Es doblemente interesante la elección del instrumento. Por una parte, resulta muy práctico el uso de un instrumento de cuerda punteada y de características similares a la guitarra, con la que sin duda había creado el cantautor su acompañamiento. Por otra, el arpa crea un ambiente de ensoñación mucho más onírico que la guitarra: es mágica. Justo la magia que requiere una canción que nos habla de que otro mundo es posible. Un mundo en el que lo que nos jode, hablando mal y pronto, pueda convertirse en esperanza. Ese mundo que persiguen los acampados y que deseamos los indignados del 15M. Ponerle nombre y apellidos a «lo feo» y a «nuestra esperanza» es la cuestión que tantos debates ha abierto.
Un recuerdo especial para aquellos que han recibido los feos palos de la policía en Cataluña. Hoy transformados en esperanza.
Versiones en directo:
ESTUDIO REVOLUCIONARIO – Frédéric Chopin
Estudio para piano opus 10 nº 12 (Compuesta sobre 1831). Interpretado por Vladimir Ashkenazy.
Hoy me siento romántico. Pienso en aquellos burgueses que en el siglo XIX se unían para luchar por lo que ellos entendían que era la libertad. Fueron precisamente aquellos hombres y mujeres los que empezaron a usar este término, LIBERTAD, de una forma moderna, entendida como rebelión contra los valores tradicionales y contra todo lo que imponga límites a su curiosidad intelectual o espiritual.
Y llevo demasiado tiempo sintiendo que esas libertades que llevan dos siglos con nosotros se encuentran amenazadas por el monstruo que entre todos y desde entonces hemos creado: el terrorífico Capitalismo. Con la clase política, como no, de la mano.
Pero desde hace una semana estoy descubriendo que no soy el único que siente amenazada su libertad para decidir sobre su futuro. Somos muchos los románticos burgueses que pensamos que los cauces que la democracia abrió hace más de 30 años se han pervertido y necesitan una revisión muy, muy, pero que muy profunda. El movimiento, conocido ya como 15M, ha tenido repercusión incluso en los siempre parciales medios de comunicación. El simple hecho de llamarlo movimiento ya me traslada al romanticismo, a las masas rebeldes que se echan a la calle en la búsqueda del ideal de la libertad.
Me siento tan romántico que por algún lado tenía que reventar. En este caso ha sido por Chopin, paradigma del piano romántico con su “Estudio revolucionario”. El apodo de “Revolucionario” hace referencia a la “Revolución de los cadetes”, levantamiento que se produjo en Varsovia por parte de jóvenes oficiales polacos contra el dominio ruso. Aunque lograrían algunas victorias locales, al final la rebelión fue aplastada. Esperemos que el movimiento que protagoniza este post no tenga ese mismo desenlace, el aplastamiento por un inamovible sistema, por el omnipotente capital, por los corruptos políticos o, lo que sería peor, por nuestra propia indiferencia.
Jóvenes eran los oficiales que se levantaron contra el régimen ruso, muy joven Chopin, que contaba por entonces con tan solo 23 añitos (y ya era un reputado pianista y compositor), y jóvenes son los acampados en Sol y otras treinta ciudades españolas. Por fortuna, en este caso no se trata tan sólo de un puñado de jóvenes idealistas, sino de muchas personas de todas las edades y con largas carreras por detrás –yo mismo- los que apoyamos el empeño del movimiento pro “nuevo sistema” (que no ANTI-sistema).
Escucho a Chopin, a ese joven pianista que no pudo participar en su revolución por una delicada salud. Podríamos pensar que este estudio fue su aportación a dicho proceso revolucionario, pero en realidad el caso es un poco más complejo. En principio, un estudio es una forma instrumental pensada para trabajar determinadas técnicas (independencia de dedos o manos, velocidad, matices, etc.). Por lo tanto, un estudio no es una pieza propia para expresar ideologías o sentimientos. El nombre fue puesto a posteriori, como una forma de adhesión al levantamiento polaco. Aún así, es tanta la calidad musical de estos estudios que son interpretados muy a menudo como auténticas piezas de concierto, y contamos con innumerables grabaciones. Chopin exige del pianista que interprete largos racimos de notas descendentes o en arpegio a gran velocidad con la mano izquierda, mientras que la derecha realiza amplios acordes que obligan a abrir la mano hasta el extremo. También hay que destacar la complejidad rítmica que alcanza el estudio, especialmente en su último tramo, cuando aparecen adornos en la melodía principal.
Si se tratase tan sólo de un complicado estudio para piano, no tendría gracia la cosa. El apodo de “revolucionario” le quedaría, no grande, enorme. Para mí, una de las más importantes aportaciones de Chopin a la música fue esa libertad (como no, romántica) con la que abordaba las cuestiones rítmicas y armónicas sobre el piano, su instrumento. Amante de los grupos de valoración especial, que son algo así como los marginados sociales en el mundo de la notación, siempre procura que la rítmica no se reduzca a fórmulas repetitivas. Esto, unido a un uso muy marcado del rubato, hace que la música dé la sensación, a veces, de luchar contra una resistencia invisible, de avanzar contra la tempestad. ¿Existe algo más romántico que esto?
No puedo destacar en este estudio aspectos armónicos más avanzados o “revolucionarios”, exceptuando tal vez la conclusión casi modal que tiene. Llama la atención un final tan “poco final”, en el que es difícil saber si ha terminado o si queda música más allá del último acorde. En este caso, eso sí, el pianista se asegura de darle conclusión gracias cuatro graves, poderosas y demoledoras percusiones.
El movimiento revolucionario romántico dista enormemente del posmoderno que preside las manifestaciones actuales. No hay manera de imaginarse a un delicado Chopin entre los acampados de las calles actuales, del mismo modo que tampoco veo que tenga mucha relación con la rebeldía de aquellos jóvenes de los 60 y 70 que lograron con su lucha la democracia española actual.
El individualismo romántico que lucha por la libertad siguiendo las consignas de sus líderes ha dado paso al bombardeo de medios de comunicación e informaciones, a estar conectados día y noche, a una multiplicidad de opiniones personales que crean lugares comunes, espacios de opinión y crítica. Son nuevos tiempos, esperemos que tan nuevos que signifiquen una revolución en nuestra concepción de la política, la justicia y el capitalismo. De momento, tenemos a Chopin.
AUDIOGUÍAS: La música italiana de los años 50 y 60
LOS AÑOS 50 Y 60: LA MUSICA LEGGERA
Hemos visto que algunos cantantes de la primera mitad de siglo, como Alberto Rabagliati, importaron el estilo de canción melódica que venían haciendo en Estados Unidos cantantes como Bing Crosby o Frank Sinatra. Pero será a partir de los años 50 cuando la música popular italiana sufriría un importante desarrollo, como resultado de la implantación en los hogares de nuevas tecnologías como la televisión, los reproductores de cassette o de discos de vinilo, y que traerían novedades musicales extranjeras a los italianos de entonces. Pero no olvidemos que la base de la música seguiría siendo ese melodismo desarrollado en tantas canciones napolitanas y, sobre todo, en el melodrama operístico.
El primer cantante que muestra un nuevo estilo de pop en Italia es DOMENICO MODUGNO, quien alcanzaría la fama en la segunda mitad de los 50. Fue uno de los pioneros en este género, haciéndose increíblemente famoso por sus cuatro victorias en el Festival de San Remo, en especial por la de 1958 con la canción “Nel blu dipinto di blu”, universalmente conocida como “Volare”, que se convirtió en una de las canciones italianas más conocidas en el mundo. Hasta ese momento, había obtenidos éxitos moderados con canciones como este “L’uomo in frack” de 1954, que conserva la relación menor-mayor de las canciones napolitanas.
Tras aquel Festival de San Remo, Modugno pasó de ser un treintañero cuya carrera no despegaba al más reconocido cantante italiano en todo el mundo, siendo “Volare” la canción italiana más conocida después de “O sole mio”. Fue el único disco de la historia italiana que logró el primer puesto de las listas de éxito estadounidenses (permaneciendo 13 semanas). Ese año alcanzó unas ventas de hasta 800.000 copias en Italia y otros 22 millones en el mundo.
Otro de los cantantes destacables de aquel momento es ADRIANO CELENTANO, quien aportaría a la música ligera el frescor del rock and roll estadounidense, en concreto de su admirado Elvis. Fue muy famoso como cantante, como actor e incluso como director de cine.
Una de sus canciones que le harían más famoso sería “Azzurro” de PAOLO CONTE, en la que se mezcla una melodía pop con un estilo relacionado con las marchas militares, así como la habitual combinación menor-mayor del estilo napolitano. Esta canción se ha popularizado en relación con una versión para la FIFA World Cup de 1990 y en alguna ocasión ha sido usada por la selección italiana de futbol.
Entre las cantantes femeninas de los 60 destaca MINA, quien comenzó grabando los éxitos del rock and roll en inglés en los años 50, ante la fiebre que invadía Italia. Ha sido siempre bastante polémica para la opinión pública, sobre todo desde que en 1962 se quedase embarazada del actor Corrado Pani, con el que no llegó a casarse. A partir de entonces, su popularidad comenzó a crecer, siendo una de las voces más escuchadas de Italia durante los 70. A finales de esta década se retiraría a Lugano, donde instalaría su estudio de grabación, pediría la nacionalidad suiza, cansada de la presión de la prensa, se recluiría en su círculo familiar y no realizaría más actuaciones en vivo. Escuchamos una preciosa canción del compositor ENNIO MORRICONE, famoso por bandas sonoras como “El bueno, el feo y el malo”, “Los intocables”, “En la linea de fuego” e incluso “¡Átame!” de Almodovar.
En esta etapa tenemos que hacer referencia obligada al cantautor LUIGI TENCO, quien comenzó tocando el clarinete en una jazz band, pasó luego a fundar un grupo de rock y, por último, terminó grabando discos en solitario a partir de 1961. Debió ser de una personalidad romántica e introspectiva, algo que se refleja en su música. Pero sobre todo lo demuestra su temprano suicidio a los 29 años de edad, tras ser descalificado del Festival de San Remo de 1967. Escuchamos su sentimental Vedrai, vedrai del año 65. Podemos apreciar ya en estas interpretaciones el estilo de muchos cantantes de décadas posteriores.
No podemos olvidar algunos de los éxitos que más repercusión tendrían en la década, dentro de lo que en España se llamaba la música yé-yé. Hablamos, por ejemplo, de la estrella adolescente RITA PAVONE, que cantaba con gran desparpajo este “La partita di pallone”.
El mismo año, 1963, triunfaba el compositor e intérprete GINO PAOLI con la canción “Sapore di sale”. Se trata de una música muy internacional, con influencias británicas, aunque siempre con el sabor melódico italiano. Como la anterior, y como sucederá en infinidad de ocasiones más adelante, sale en España una versión cantada en castellano.
No podíamos olvidarnos, en este capítulo, de uno de los cantantes con mayor trayectoria en Italia. Se trata de AL BANO, que daría sus primeros pasos a finales de los sesenta y que, aún hoy día, sigue editando discos y dando conciertos, siempre dentro de un estilo melódico. Tiene una potente voz, típica de la música popular italiana, como ya habréis comprobado, que le ha permitido interpretar canciones en registros muy agudos. Escuchamos su primer éxito, “Nel sole”, de 1967, con el que coronaría la lista de éxitos de ventas en Italia.
Por último, uno de los hits más internacionales de la época. Se trata de “Il mondo” del cantante JIMMI FONTANA, nombre artístico de Enrico Sbriccoli. Este tipo de canción melódica que enraíza en el soul americano con las voces abiertas de Italia tendrían mucho éxito en nuestro país, grabando el grupo español “Los Mustang” su propia versión del tema. Aquí lo escuchamos en el original italiano, claro está.
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